El ácido hialurónico es un componente presente de forma natural en nuestras articulaciones, nuestros cartílagos y nuestra piel. Dependiendo de la zona en la que lo encontramos cumple distintas funciones:
Como ves, el ácido hialurónico es un componente clave para el buen funcionamiento de muchos de nuestros tejidos, pero su salto a la fama llegó cuando empezó a aplicarse como ingrediente en tratamientos estéticos por sus extraordinarias propiedades antiaging. Ya sea en inyecciones, en cremas o en suplementos alimenticios, tanto los especialistas como los consumidores están enamorados de él. ¡Y no nos extraña!
Gracias a su capacidad de absorción es un poderoso ingrediente hidratante. Además, ayuda a que esta hidratación se mantenga, por lo que su efecto es aún mayor. ¡Una piel joven es una piel hidratada!
Promueve la creación del colágeno que sostiene nuestra piel y le ayuda a dar soporte.
En el envejecimiento de la piel hay una pérdida significativa de hidratación, siendo el ácido hialurónico la principal molécula involucrada en ello. Por lo tanto, el ácido hialurónico nos sirve para aportar hidratación y elasticidad a la piel y así mejorar su aspecto.
Rellena nuestra piel y le da volumen, lo que ayuda a reducir las arrugas. Aunque es más efectivo cuando se inyecta, se pueden también apreciar sus efectos cuando se aplica en crema.
Ya sea para tratar problemas de articulaciones o como parte de tratamientos de belleza, las inyecciones de ácido hialurónico crean una malla que favorece el funcionamiento correcto de los tejidos. En forma de filler alisa la piel y rellena las áreas en las que se inyecta (labios, ojeras, pómulos, arrugas…) y atrae moléculas de agua para promover la hidratación. Cuando se utiliza como tratamiento en las articulaciones, acelera el proceso de curación (por ejemplo, uno de sus usos más frecuentes es en pacientes con artrosis de rodilla).
Fuente: isdin.com